Opinión | Israel Josué.- En plena Semana Santa, y aprovechando este contexto de pasión y sufrimiento, describo el auténtico calvario que ha sufrido la población de Quesada, en general y los amantes en fútbol en particular, por volver a disfrutar del fútbol en su localidad.
Quesada ha sido uno de esas poblaciones que, al igual que Baeza, ha sufrido mucho para ver hecho realidad un sueño, el de contar con unas excelentes instalaciones acordes a los días en lo que vivimos y, que este hecho, fuese un estímulo para sumar más alumnos a su escuela deportiva de formación, donde numerosos años en categorías de Fútbol 7 ha sido un referente provincial.
Muchos de estos talentos se quedaron en el camino al no poder contar con instalaciones dignas para competir como se merece, ya que lo hacían en la propia calle, en canchas de fútbol sala o en el pabellón de la ciudad, si había disponibilidad del mismo. Jugaban sus compromisos como anfitriones en el Estadio de la Nava de Peal de Becerro o, a las malas, en el Estadio de Los Halcones en la vecina ciudad de Cazorla.
Esto ha propiciado la incomodidad de padres y familiares para que esos pequeños jugones continuasen, con normalidad, una trayectoria deportiva en lo habitual de los entrenamientos. Ya no habrá excusas, desde el pasado sábado doce de marzo con el tradicional corte de cinta y se procedió, de forma oficial, a su puesta en marcha para el disfrute de todos los vecinos del gran remodelado Estadio Municipal de Quesada.
Cinco años sin tener instalación para albergar los encuentros como locales, mil historias dimes y diretes que finalmente solo ha tenido un perjudicado, el fútbol quesadeño. Es de admirar que, a falta de un equipo de féminas, cuenten con todas las categorías federado en la sección masculina y haciendo un papel bastante meritorio para todo lo que han tenido que penar.