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Fútbol a puerta cerrada, la ruina del fútbol modesto

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Puertas del Estadio Santiago Astarriaga de Arquillos | Google Maps

OPINIÓN | Pedro Expósito.- Hoy se debería jugar la final de la Copa del Rey entre el Athletic de Bilbao y la Real Sociedad pero el COVID-19, como con tantas otras cosas más o menos importantes, se ha encargado de que ésta no se celebre. El debate, para los grandes gurús del fútbol, es si se debe celebrar a posteriori con o sin público.

Horas de radio, televisión y  prensa digital o sobre papel, se han llenado sobre este tema que sin embargo atañe a solo dos equipos de nuestro fútbol, dos conjuntos que, con más penurias o menos, estarán compitiendo con normalidad cuando esta pandemia y sus secuelas pasen.

No voy a ser yo quién dedique más tiempo a esto, pero hacerlo esta semana me ha llevado a contemplar el escenario que se plantea para el fútbol modesto. Dentro de ese fútbol modesto me voy a quitar de en medio a Segunda División B y Tercera División, para los que existen diferentes planes de “rescate” y voy a bajar al barro, que es mi hábitat natural. Me planteo la siguiente pregunta ¿es viable el fútbol de pueblo a puerta cerrada?

Sin ser yo un lector de pensamientos ya he adivinado que para muchos de los que fielmente leen Albero y Mikasa la respuesta está muy clara: rotundamente no. Y es que muchos de nuestros lectores saben lo que cuesta sacar un equipo humilde adelante, el por qué lo hacen y para qué lo hacen.

Mientras en Primera y Segunda División el mantra es si tiene o no sentido el fútbol sin público, en el modesto ya podemos afirmar que no solo no tiene sentido sino que tampoco tendría viabilidad.

Un equipo de pueblo depende de su Ayuntamiento, el tejido comercial de su municipio, de los pocos abonos que venda en verano y de los menos aún que se acercan al estadio, pagan una entrada, compran una papeleta para la rifa y consumen algo en la cantina. Sin esto un equipo no aguanta ni un amistoso.

Sacar un equipo, en la categoría más humilde que se te ocurra, conlleva una inversión NUNCA recuperable. Es un bien para el pueblo que, sin el pueblo, no puede seguir.

Al menos para mí el panorama se me presenta muy apocalíptico. Si ya es complicado ver equipos en municipios pequeños sin muchos recursos ahora lo será más. Tan solo el ejercicio de pagar licencia, fichas, reconocimientos médicos, material, en algunos casos alquileres de campos y las tasas arbitrales te dejan noqueado a las primeras de cambio.

Cuando un club quiera este verano moverse se encontrará un Ayuntamiento cuyos intereses estarán reorientados – lógicamente – a otros menesteres más sociales y menos lúdicos, las empresas que antes apoyaban estarán siendo apoyadas ellas debido a la crisis económica que se deriva de la pandemia y la gente de a pie, si no puede ver el fútbol para qué lo va a pagar.

Vaya por delante que la salud es lo primero y que las competiciones tienen que reanudarse cuando los expertos en la materia aseguren y demuestren que es total y plenamente seguro. Esto sucederá, casi con toda certeza y atendiendo a la más pura lógica, a puerta cerrada.

Ante esta situación serán muchos los clubs que no puedan ser partícipes de la competición y ante esto se podrá ver cómo de implicada estará la RFEF de implicada con el fútbol de sus territoriales. Todo lo que no sea ayudas, rebajas y facilidades para nuestro deporte en los pueblos será cavar una fosa muy profunda en la que entierren al fútbol modesto porque sin ellas no será viable salir a competir.

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